Se requieren tres pasos para cambiar del no me gusta mi trabajo a levantarte con entusiasmo a construir un proyecto exitoso y pleno de vida laboral.
Comúnmente las personas iniciamos nuestra vida laboral pasando por la escuela, una carrera técnica o profesional, para aprender a hacer algo, y entonces nos enfrentamos con eso que le llamamos trabajo.
En la mayoría de los casos este camino desde la escuela hasta trabajar en algo las personas van adivinando su destino conforme las circunstancias se les van presentando en la vida, pero no siempre le atinan a la primera.
Esta situación provoca varias situaciones de insatisfacción, frustración y enojo y acabamos convencidos del dicho popular, “que si no se requiriera esfuerzo no le llamaríamos trabajo”, y frecuentemente esto lo confundimos con algo desagradable y obligatorio.
Aunado con la terrible realidad de que si no lo hacemos no tenemos dinero para subsistir en nuestra vida, esto nos presenta un panorama muy desagradable del trabajo y se acerca mucho a la esclavitud moderna.
Frecuentemente nuestras soluciones es hacer más de lo mismo, con la mejor de las voluntades, insistimos en seguir adivinando nuestros trabajos, hasta que acabamos más insatisfechos, frustrados y enojados con nuestro que hacer en la vida, y a veces con nuestra vida.
En este momento las personas nos empezamos a preguntar, ¿Cómo ser dueño de mi destino?, ¿Cómo encontrar mi trabajo pleno?, ¿Cómo hacer lo que me gusta pero que sea redituable?, ¿Cómo construir posibilidades?, la pregunta correcta considero es ¿Cómo dejar de adivinar mi trabajo pleno?, ese que da satisfacción y dinero.
Mi experiencia profesional y de vida me ha enseñado que son tres pasos simples para encontrarlo, la mala noticia es que requerimos hacer pequeños altos en el camino para reflexionar lo importante, si es necesario ocupa a un profesional, no sigas adivinando.
Primer paso, revisa profundamente tu identidad personal actual, conócete a ti y tu circunstancia, haz un alto en el camino, identifica tus talentos, tus anti talentos, tus preferencias y lo que no te gusta, conoce tu visión particular del mundo, revisa tus ambientes. En pocas palabras descube quién eres y quién no eres.
Segundo, construye un propósito, esa guía que nos enfoca e inspira y que nos da sentido profundamente a nuestra vida y tareas cotidianas. Qué hago, para qué y por qué lo hago. Un propósito requiere conexión con tu identidad personal de lo contrario pierde fuerza y sentido.
Podemos construir proyectos particulares y temporales, pero siempre alineados a nuestro gran propósito personal, es decir alineados a nuestra maravillosa identidad única y personal. Esto siempre nos dará un faro para saber que estamos navegando en la ruta que queremos.
Con los dos pasos anteriores tenemos la posibilidad real de discernir, saber elegir lo esencial de lo accidental, podemos incluso tomar ciertas decisiones aparentemente diferentes a nuestras metas, pero útiles en la estrategia para llegar a donde queremos.
Lo anterior nos lleva al tercero paso, podemos construir un plan de acción y dado que todo lo que hacemos empieza a tomar sentido, el compromiso personal y el entusiasmo se insertan en nuestra vida cotidiana. Sabemos para qué y por qué hacemos lo que hacemos.
Podemos decidir sobre las circunstancias que se nos presentan, lo que nos conviene y no, así mismo, empezamos a identificar y producir las oportunidades que van con nuestro propósito y proyectos.
Encuentra tu vocación y construye tu éxito.
¡Nunca es tarde para detenerte a pensar, sentir y actuar en lo importante!