Para ser un buen líder es indispensable ser antes un buen jugador de equipo, al mismo tiempo los miembros de equipo que juegan bien ejercen liderazgo en el grupo.
Siguiendo a Patrick Lencioni que nos comparte que una buena forma de evaluar nuestro propio comportamiento como jugadores de equipo es a partir de tres virtudes, hambre, humildad y empatía.
El hambre es fundamental porque está relacionado con el objetivo, que tiene la característica de movernos, invitarnos a la acción, así mismo, cuando este se comparte, invita a las personas a conformar grupo y equipo.
El objetivo es una gran herramienta de participación grupal, cuando todos nos sentimos que el objetivo es nuestro o alguna parte de él, por lo menos lo es, actuamos en consecuencia, nos emociona, nos mueve, nos motiva, es decir, accionamos hacia él.
En muchas ocasiones las personas perdemos el objetivo, sentimos que lo que estamos haciendo no tiene sentido o bien, simplemente nos sentimos confundidos y percibimos que nuestra participación no aporta a eso que nos mueve.
En estos momentos los buenos jugadores de equipo clarificamos el objetivo, compartimos nuestro sentir con el grupo o con nuestro jefe, ajustamos nuestra perspectiva y acciones a modo de que se restablezca el sentido de hacia donde vamos, que nos dé hambre de logro nuevamente.
Así mismo, los buenos líderes ofrecemos clarificar con los demás el para qué estamos haciendo esas actividades, permitimos la escucha, aceptamos oír el desánimo de actuar en el sentido que veníamos y la diferencia de opinión.
Ayudamos al compañero a reconstruir y revisar libremente las razones y el sentido de por qué es importante lo que estamos haciendo juntos.
La humildad es la virtud del conocimiento personal, nos permite conocer nuestras capacidades y tener claro la posición que jugamos dentro del equipo, así como el valor agregado que aportamos a los demás y al proyecto.
Implica identidad personal, sin más ni menos de lo que traemos en la mochila, me gusta mucho una definición de Dios, que alguna vez escuche, “El que es”, esa es la humildad, llegar a tener tal conocimiento de mi mismo, que no pretendo ni escondo lo que soy y tengo, sin más.
Todos llegamos a perder humildad en algún momento. Pero siempre es fundamental tocar tierra, la humildad se pierde en dos sentidos, la soberbia, aquel que pretende ser más de lo que es y busca sentirse con más capacidades o identidad por encima del grupo. Por el otro lado, el sentimiento de inferioridad, aquel que se percibe con menos capacidades o identidad personal menor que el grupo.
En ambos casos no se conocen y las personas con mala humildad afectan el entorno, porque los primeros, soberbios, no dejan que los otros participen y aporten y los segundos, acomplejados, no ofrecen todas sus capacidades que si tienen.
Los buenos jugadores de equipo promueven su autoconocimiento constantemente, para estar claros de quienes son, que saben y que tienen para aportar o no, así mismo, valoran y dejan a los demás la colaboración de sus habilidades y conocimientos que ellos no tienen.
Así mismo, los buenos líderes retroalimentan las capacidades a los miembros del equipo para ecualizar y permitir que todos los miembros aporten sus talentos y fortalezas. Confrontan la soberbia y alientan al pequeño a crecer y que valore sus capacidades y las oferte en el equipo.
Por último, la empatía, considerada la gran virtud de las habilidades sociales, la capacidad de sentir, de poder entender cómo se siente el otro, de cómo se puede ver diferente una misma situación, permite el contacto y la construcción de vínculos con los demás.
Aprender a ver para fuera de nuestro mundo privado, conectar con los demás y poder jugar el juego relacional que nos alimenta a las personas y grupos.
En ocasiones estamos tan ensimismados en nuestro mundo que nos es difícil ver afuera, la empatía se practica con curiosidad por ver lo diferente, por flexibilizar nuestros puntos de vista y formas de actuar.
Una buena forma de hacer crecer nuestra empatía es ponernos al servicio de los demás, ofrecer mis capacidades y talentos a quien me lo pida, estar pendiente de las necesidades de mi entorno y ayudar en lo posible.
La falta de empatía hace que las personas tengamos una visión rígida respecto a otras perspectivas, solo es como yo sé o como yo lo veo.
Los buenos jugadores de equipo buscan constantemente a abrirse a entender o tratar de entender la diferencia de opinión o formas de actuar. Se vuelven curiosos por aprender.
Los buenos líderes ejercen y valoran la escucha, ofrecen acuse de recibo, buscan enriquecerse de la diferencia de opinión y promueven la participación de todos.
Para ser un buen jugador de equipo y ejercer un liderazgo atractivo y productivo se requiere tener estas tres virtudes, la buena noticia es que todos podemos cultivarlas siempre.
Puedes trabajar por tu cuenta o cultivar estas tres virtudes con la ayuda de un consultor y maximizar tus logros y participación significativa dentro de tu equipo.
¿Cuál es tu virtud más débil en este momento?
Mtro. Francisco Morales Alvarado
Consultor de negocios y psicoterapeuta sistémico
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